Historia

Fiorella Crotti, la multipremiada nadadora argentina que ayuda a salvar refugiados en Europa

Formó parte de la Selección Nacional y además se hizo guardavidas. Luego de que viera la foto del chico sirio muerto en la playa decidió viajar a Grecia para ayudar.
sábado, 21 de noviembre de 2015 11:21
sábado, 21 de noviembre de 2015 11:21
Fiorella Crotti empezó a nadar antes de empezar la primaria. En su casa, en Ciudad Jardín, no había ni siquiera una pileta de lona pero sus padres entendieron que algo pasaba entre su hija y el agua: cada vez que la llevaban a la pileta de sus abuelos no había forma de sacarla del agua si no era llorando, ya con los labios azules. Fiorella dividió su infancia entre el colegio y el entrenamiento, se convirtió en nadadora profesional y llegó a formar parte de la Selección nacional. Con el tiempo entendió que su futuro estaba en el agua pero no en el agua rodeada de cemento. Así llegó a su vida la inmensidad del mar: se hizo guardavidas, empezó a hacer temporada en las playas de la Patagonia y en las de España y el 15 de septiembre, diez días después de que la foto del chico sirio muerto en las costas del Egeo se clavara en las retinas del mundo, recibió un mensaje. "¿Vendrías a Grecia a ayudar? Pensalo”, decía. Su respuesta fueron cinco palabras: "No tengo nada que pensar”. 

"Cuando llegué a Lesbos se me rompió el celular y quedé incomunicada. En ese momento, no pensé mucho en qué estaba sintiendo mi familia acá, recién ahora me estoy enterando”, dice Fiorella (28) recién llegada a la Argentina. "Mi viejo dice que la gente les decía ‘qué maravilla, ‘qué orgullo tu hija’, pero ellos no sentían orgullo sino un miedo muy profundo. Me dijo que una noche se despertó muy asustado: soñó que íbamos todos en el auto y nos hundíamos en el asfalto. Mi mamá dice que sabía que yo podía hacerlo como profesional pero le preocupaba cómo iba a salir emocionalmente de esa situación: sentía que si yo estaba recibiendo gente que escapaba de una guerra, de alguna manera, estaba viviendo en un clima de guerra”. Se entiende: amamos a los héroes, mientras sean los hijos de otro. 

La decisión de Fiorella no terminó de ser una sorpresa para Mariela y Claudio, sus padres. Después de archivar las medallas y las copas de su vida como deportista de alto rendimiento, Fiorella se había recibido de Licenciada en Relaciones del Trabajo en la UBA. Pero lo suyo, lo veían, era aquello otro: la vez que se metió en una ONG para enseñar oficios a mujeres cartoneras o el viaje a India del año pasado, cuando se fue sola a un orfanato porque le pareció que a los chicos, además de comida, padres y salud, les faltaba cariño. 

Fiorella pasó 15 días en la costa de la isla griega de Lesbos tratando de salvar a los refugiados que intentaban cruzar el mar Egeo para entrar a Europa. "Lo que vi es la desesperación en todas sus formas: no me voy a olvidar nunca de las personas extendiendo los brazos y dándome a sus hijos, sin conocerme, como diciéndome con la mirada: ‘salvalos’, ‘sacalos de acá”. En esos días, le tocó tirarse sobre las barcas para apagar los motores y evitar que las hélices les cortaran los miembros a los refugiados, elegir a quién salvar y a quién no en un naufragio y además, como era la única mujer entre los socorristas y a las musulmanas no las pueden tocar los hombres, era la encargada de arroparlas con las mantas térmicas cuando las sacaban del mar moradas de la hipotermia.

"Al principio, muchos creían que éramos policías y que los íbamos a mandar de vuelta. Pero con el tiempo, los que iban llegando a la costa les mandaban fotos de nosotros a los que estaban del otro lado, esperando para cruzar, y les decían que los íbamos a ayudar. Así, los refugiados empezaron a llamarnos ‘Los ángeles del mar’”, cuenta.

Fiorella fue fuerte pero el último día se desmoronó. "Me pasó toda la película por delante: levantarnos al amanecer y ver cuerpos de chicos en la costa: 4, 5, 6, todos los días. Y buscar una bolsita y no saber bien qué hacer, porque el cementerio estaba lleno. Pero también me pasó la imagen de los chicos a los que pudimos sacar: se nos prendían como si tuvieran garras y se calmaban cuando les sonreíamos”. 

Fiorella volvió a su casa hace una semana y se encontró con que sus padres, ahora sí, construyeron una pileta. El plan era quedarse para ir a trabajar de guardavidas a Puerto Pirámides, en Península de Valdés, como todos los años. Pero en estos días pasaron cosas: pasó el atentado de Francia, pasó que la entrada de refugiados a Europa volvió a quedar en el ojo de la tormenta y pasó otro llamado de sus colegas socorristas. Le preguntaron si volvería a Grecia. En 10 días, Fiorella estará otra vez en Lesbos.

Fuente: Clarín.

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