Columna

Federico Cantoni y un atentado a su vida en su celda

viernes, 23 de febrero de 2018 11:17
viernes, 23 de febrero de 2018 11:17

Por: Carlos Maturano

La Detención de Federico Cantoni
El mismo día y hora en que muere el gobernador Amable Jones, Federico Cantoni junto con unos amigos, se encontraba almorzando en una casa en Desamparados.

Al regresar a su casa en calle 9 de Julio, encuentra que la vivienda estaba rodeada por efectivos del Ejército. Allí es detenido junto a sus padres, acusado de participar en los hechos de La Rinconada.

Comienza a sustanciarse un juicio en su contra, el cual, al cabo de unos años, Federico es sobreseído; no obstante, tuvo que amargamente pasar mucho tiempo en la cárcel.

Los Rumores
Desde que le cortaron una oreja a Vicente Miranda, los periódicos comenzaron a difundir un rumor: 
Federico Cantoni sería asesinado en la cárcel.

La difusión de la noticia-rumor no solo se hacía en diarios locales sino también en diarios de capital. 
Sus amigos ya le habían advertido del atentado que sufriría, por lo que debería tener cuidado. 

El 20 de noviembre de 1922 le escribe a Irigoyen denunciando estos rumores, los cuales aseguraban que sería asesinado en su propia celda.

Así ocurrió en la noche del 21 de noviembre de 1922,  confirmándose el rumor denunciado.

El Atentado
Ese martes, en horas de la noche, Federico Cantoni, en la cárcel pública, finalizaba otro día de incertidumbre y se dirigía a su celda en busca del descanso reparador.

Tenía en su mente las advertencias que le habían realizado sus amigos respecto del atentado contra su vida.

Por tal motivo, premonición o no, comenzó a pensar de qué manera se podría eludir el ataque.
Con la ropa de cama existente, hizo un bulto que simulaba que su cuerpo estaba acostado, lo tapó y él se retiró a resguardarse en un rincón de la celda, paralelo a la puerta. 

Como no sabía de qué manera sería la agresión, al menos desde el rincón, le daría tiempo para defenderse de sus atacantes.

Con la incomodidad por la posición que se encontraba en el rincón, Federico dormitaba de tanto en tanto y, entre dormido y despierto, en alerta a lo que podía ocurrir.

Pasada la medianoche, sus atacantes comienzan a implementar el nefasto plan. 

Dos hombres se acercaron sigilosamente a la puerta de la celda, uno de ellos comenzó a correr muy suavemente la ventana, evitando hacer el menor ruido.

No obstante, el Caudillo escuchó el movimiento y de inmediato se colocó en posición defensiva, a la espera del desenlace.

La ventana de la puerta de la celda, quedó completamente abierta, dejando ver con amplitud la cama.
El asesino encañonó con su pistola sobre la supuesta humanidad de Cantoni, realizando la descarga.
Las precauciones que tomara Federico, hicieron que, una vez más, salvara su vida.
 

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