A mediados de junio, la panadería de la familia Marín dejó de trabajar. Dos máquinas para amasar y elaborar se rompieron y no pudieron seguir adelante con la producción que vendían a negocios y preventistas. La angustia obligó a buscar rápidas soluciones ya que familias jóvenes dependían de ese empleo.
Y si bien un hecho solidario hizo que se viralizara el caso, hoy el microemprendimiento está a punto de reactivarse pero gracias al esfuerzo de sus dueños. Cristian Marín se subió a un taxi, gracias a que tiene carnet profesional, y con su labor contínua pudo llevar a arreglar las máquinas y ahora junta el dinero para retirarlas y volver a trabajar a pleno en su pequeña empresa.
"Demoramos más de lo previsto pero pudimos llevarlas a hacer arreglar. Encontramos a una persona que nos podía dar una mano y ahora estamos juntando el dinero para retirarlas. Creemos que a fin de mes ya estaremos trabajando de nuevo", contó Cristian Marín a Diario La Provincia.
"Estamos muy agradecidos por las llamadas, los mensajes de muchísimas personas que compartieron nuestra historia. Sabíamos que no era fácil que nos ayudaran a reparar las máquinas. La solidaridad es más sencilla con otras donaciones, de algo que uno puede tener en casa, pero nos dieron aliento para no decaer y acá estamos. Con los muchachos estamos arreglando el salón en el que funciona la panadería para dejar todo listo", señaló.
Con cariño, siempre se refirió a sus empleados que pasaron un duro momento. "En la panadería trabajan conmigo 3 jóvenes de 22 y 25 años que tienen familia. Uno de ellos necesitaba pañales para su hijo y me pidió ayuda. En nuestro negocio vivíamos al día pero no nos faltaba sustento. Estaba muy preocupado por ellos porque necesitan su sueldo", señaló.