Historia

"Poder decir adiós, es crecer": la despedida de la empresa Zorrilla-Martinez escrita en primera persona

Hoy 77 años después, de abrir sus puertas Arturo Zorrilla Martínez distribuidora de bebidas las cierra. La historia los recordará como una empresa que creció gracias al esfuerzo y empeño familiar.
miércoles, 1 de julio de 2015 08:00
miércoles, 1 de julio de 2015 08:00
Por: María de los Ángeles Zorrilla
 
El 5 de enero de 1938 Arturo Zorrilla, mi abuelo, que en ese entonces no era don, sino sólo Arturo, comenzó, desde el camión de un tío, a distribuir bebidas para la ya desaparecida Cervecería San Juan. Siguiendo su destino, años más tarde se independizó y abrió su propio depósito. Por ese entonces los cajones eran de madera, la publicidad consistía sólo en el nombre del negocio pintado a mano en una pared del frente, el gremio de camioneros no existía, pero sí eran habituales los asados o paellas con los empleados para festejar cumpleaños o fechas importantes, y el fiado para los clientes era la moneda corriente. De esa época, lo que yo conozco es por las "memorias familiares”, los recuerdos hablados, las anécdotas contadas y las fotos ajadas…

Tampoco tengo recuerdos de cuando en 1964 se incorporó el hijo mayor de Don Arturo, Hugo Alberto, para los amigos "el Bocha” y para mí, mi papá, porque todavía no había nacido, como tampoco lo había hecho mi familia propiamente. Pero por lo que me contó él, sé que a sus 14 decidió que no quería seguir estudiando y quería entrar a trabajar al negocio, y aunque no lo dejaron abandonar la escuela hasta terminar la secundaria, si lo dejaron empezar a trabajar, y como un empleado más, lo hicieron "pagar el derecho de piso”…. Dicen que ese derecho incluía levantar las cacas del perro, pero no sé si eso lo cuenta él para darse mayor mérito o fue cierto…
 
Después conoció a mi mamá, se casó y tuvo 4 hijas, cuando yo nací vivíamos en un departamento arriba del depósito y de esa época ya tengo recuerdos. Las vacaciones de verano en febrero, porque enero era la época de mayor venta y no podía dejar el negocio. Visitarlo, y jugar en las oficinas, para mí ese mundo mágico, ese ambiente frío y no de aire acondicionado, el poster del torero Joselito detrás de una puerta, los ruidos del tinglado de chapa, la picardía, cuando nadie te veía de jugar tocando todos los botones de una gran y ruidosa calculadora Olivetti, el mapa de San Juan en la pared para marcar con dos hilos que se entrecruzaban el punto exacto a dónde había que llevar el reparto, el sonido del montacargas, los gritos para que no te atravesarás, las manchas de grasa en el piso de cemento, pasar y saludar a la Baruca, la gran danés negra, esa bacha cuadrada de cemento, llena de agua helada, dónde nos teníamos que lavar las manos para volver a la casa de mis abuelos, jugar con mis hermanas a las escondidas entre las torres de cajones y por sobre todas las cosas, nada tan divertido como los paseos en ese carro viejo de cuatro ruedas y una especie de timón… Aparentemente, los recuerdos de esa época son distintos con los de mi papá, para mí, era mi infancia, todo era juegos, diversión, un mundo de aventuras, para el eran épocas de angustia, vender la cerveza a un precio y cuando iban a comprar un nuevo cargamento, descubrir que por la hiper inflación no podían traer mercadería, la responsabilidad de mantener una familia, de sostener la empresa de tu padre, de asegurarles el trabajo a tus empleados… la magia de la infancia en nada se parecía a la realidad de la adultez… pero como muchos otros argentinos, como pudieron, superaron esa crisis.
 
En el año 1992 se conformó la sociedad ARTURO ZORRILLA MARTINEZ s.r.l. integrada por mi abuelo, mi papá y mi tío José Miguel. En esos años los empleados comenzaron a usar uniformes, el movimiento de camiones era mayor, se construyeron nuevas y "modernas” oficinas, - los muebles seguían siendo los mismos, así que lo de modernas hasta ahí… -, llegó la tecnología de la mano de calculadoras gigantes y se diversificaron, instalando una fábrica de jugos concentrados. Un nuevo mundo de cintas transportadoras, sin fin, damajuanas, toneles de acero y ese olor mezclado del jugo y el pegamento de las etiquetas, "Ramas de sabor en la Flor de la distribución”, por no decir el apodo que le puso mi abuela a los jugos, de lo cual deducimos que no le gustaban para nada…
 
En esos años, también comenzó a trabajar en la empresa mi hermana Laura, por ese entonces estudiante de ciencias económicas. Para mí era envidiable, tenía la suerte de tocar la calculadora sin que la reten, tenía montones de papeles a su disposición y hasta un teléfono, claro que yo no veía la parte aburrida, que era su trabajo, cumplía horarios, tenía responsabilidades y obligaciones y eso sumado al hecho de ser mujer en un mundo de hombres… Con el tiempo, el depósito de la calle 25 de Mayo, quedó chico, entonces el 13 de junio del 2001, se inauguró el nuevo local en Lateral de Circunvalación.
 
Allí Laura ya no estuvo tan sola como mujer, tuvo dos compañeras más, entras las que estaba Maribel, mi otra hermana, la abogada. Ella entró años después de que lo hiciera su, por entonces novio Juan Pablo, como repositor, pegando afiches, y luego con el tiempo, se convirtió en marido y gerente. De esa época, los recuerdos están muy frescos. La alegría de mi papá arriba del montacargas descargando el primer viaje de gaseosas, los primeros pasos de sus nietas entre cajones, éstos ya de plástico, los reconocimientos y premios, los locales y los nacionales, las pizzas de los mediodías de los 24 y los 31 de diciembre en que trabajaban de corrido; las versatilidad religiosa de mi papá, que siendo católico, tenía la costumbre judía de los 31 de diciembre limpiar el local, baldeándolo con agua y lavandina desde el fondo hasta la vereda, porque "así se van las malas ondas y empezamos el año mejor” decía, al tiempo que regalaba por una promesa y mediante sorteo mensual, una figura de la Virgen de la Medalla Milagrosa bendecida entre sus empleados, o que obligatoriamente cuando adquirían un nuevo camión propio, el primer viaje que debía hacer era el domingo a la Difunta Correa para ser bendecido, por otra promesa de su época de adolescente cuando le robaron su primer camioneta de trabajo.
 
Hay otros recuerdos, los que no se ven en las fotos, los que la gente de las puertas para afuera no los ve. Las pérdidas de la gente querida, y sobrellevar los duelos trabajando, porque como sos el dueño no te tocan días de licencia. Las licencias por maternidad totalmente falsas de mis hermanas, porque como también era su empresa, trabajaron hasta el último día y en menos de lo que les correspondía, ya estaban de vuelta con mis sobrinas durmiendo al lado. Las desgastantes negociaciones entre mi papá y mi tío por comprar uno y vender el otro, negociaciones en las que uno más uno nunca es dos, porque al ser familia los números no son tan fríos y fáciles de calcular, porque se ponen en juego otras cosas, porque resulta difícil cotizar lo dicho y lo no dicho en la familia, los recuerdos, las memorias, las impresiones personales… Los robos sufridos, cuyas pérdidas de confianza pesan más que las pérdidas económicas y poner el pecho a las balas, en situaciones metafóricas, pero también en la situación textual en la que entraron armados y los asaltaron.
 
Hoy 77 años después, de abrir sus puertas Arturo Zorrilla Martínez distribuidora de bebidas las cierra. La historia completa, del porqué de esta decisión, sólo la saben Hugo, Laura, Maribel y Juan Pablo. Sólo ellos saben qué aguantaron todo lo que pudieron, que resistieron las presiones y extorsiones hasta que no tuvieron opciones, que buscaron alternativas, que no estaba en sus planes el traspaso heroico, hasta que finalmente no se pudo hacer nada, y ante eso sólo pudieron buscar la mejor salida. Una nota periodística, cerraba diciendo: "Hoy, la familia decidió poner fin a más de 70 años de trabajo”, nada más lejos de la realidad, hoy la familia decidió volver a empezar desde cero, desde otro lugar, desde el que a cada uno le toque, reinvéntadose, sabiendo que cuando una puerta se cierra, hay que esperar que se abra otra, y para eso mientras tanto hay que salir a golpear puertas, porque si hay algo que mi papá nos enseñó, quizás porque a él se lo enseñó su papá, es a trabajar, es que en la vida hay que salir a buscar lo que uno quiere, hay que pelear por ello y defenderlo y eso hacemos.
 
A los empleados que continuarán trabajando en Joel, y a quienes no lo harán por distintos motivos, les deseo éxitos en sus nuevos lugares. Gracias, a quienes día a día, trabajaron, defendieron y apoyaron a mi papá y a mi familia desde sus trabajos, dando lo mejor de sí mismos, o simplemente, lo que pudieron. De mi papá que puedo decir, que como siempre, estoy orgullosa de él, que admiro su capacidad para seguir soñando, para proyectar, para no quedarse en su casa y disfrutar de su jubilación, que bien merecido lo tendría, que sé, como toda mi familia, que hizo siempre lo mejor que pudo, que dio todo de sí mismo y que ojalá, la sabiduría le permita comprender que esto no es un fracaso, ni un final, que cuando se acueste esta noche pueda entender que él no es sólo y únicamente la distribuidora, es un gran hombre, padre, amigo, abuelo, es mucho más que un negocio, es esa voluntad de seguir, ese capacidad de reinventarse, cuál ave fénix y resurgir de entre las cenizas, esa fuerza e inspiración para volver a empezar, esa valentía para no detener la marcha aún fuera de la zona de confort, la puta si en dos día cumple 69 años y sigue teniendo las energías, las ganas y los sueños de los 14. 
 
A mi hermana Laura, vos sabés que entraste a trabajar gracias a que el Arturo intercedió por vos ante el papá, que se negaba a tener mujeres en la empresa, pero vos te ganaste tu lugar, demostraste ser capaz, responsable y no al pedo sos la "huguito” de la familia, amaste el negocio desde el primer día, como el papá te lo hiciste carne, algo que tu cervical y tus vómitos te lo demostraron. Yo sé que tal vez tenés miedo de salir, que ese era tu lugar seguro, no por el sueldo, no por el trabajo que hacías y sabías perfectamente, pero, así es la vida y de eso se trata, romper los cascarones que en algún momento te sirvieron de protección, pero en otros no te dejan crecer las alas, hoy es el momento para que vueles, y creeme, lo vas a hacer perfectamente bien!
 
Juan Pablo, nos cansamos de decírtelo y no porque te queremos, sino porque es cierto, si creciste, si pasaste de repositor a gerente, no fue por ser el yerno, fue por ser capaz, por demostrar que estabas a la altura de las circunstancias, nadie te regaló nada, vos te lo ganaste. Una vez ya nos reímos de tu visión y capacidad de ver negocios con "esa ropa cheta de los rugbiers”… y hoy nos dan ganas de reír más que de llorar, así que por favor seguí tus instintos, defendé tus ideas, sos una persona emprendedora, tenés grandes capacidades comerciales y lo que hagas, vas a tener éxito, porque sabés que el éxito no depende de la suerte, el gobierno o una varita mágica, sabés que el éxito es una construcción diaria que implica trabajo, esfuerzo y pasión por lo que haces y eso vos lo tenes! 
 
Maribel, vos mejor que nadie sabés que no se cierra ninguna puerta, sino que te las abrieron para ir a jugar. Desde el momento que ingresaste al negocio, creíste que te hacían un favor y no te diste cuenta que el favor lo hacías vos poniendo la onda que ponías día a día, la capacidad de ver siempre lo positivo en todas las situaciones, en todos los empleados, la capacidad para alentar a todos, para conciliar, para mediar siempre, aunque eso implicara servir el café con un aditivo "especial” y la sonrisa que te caracteriza, para quien se lo merecía… Supiste transformar el dolor y la angustia de esa mañana de abril, en un camino de auto descubrimiento personal, meditación y paz como nadie. Cuando escribas tu curriculum, tenés que poner algo que pesa mucho y es tu capacidad para ver lo mejor de cada persona, esa luz que brilla muy mínimamente en cada uno, y que sólo las personas con capacidades de liderazgo pueden enseñarte, a través de la inspiración y la motivación a reavivar esa llama y hacerla crecer hasta iluminarte. Salí a trabajar en este nuevo mundo que descubriste, mejor dicho, salí a jugar y a divertirte, te lo merecés!
 
Los otros días hablando con mis hermanas, Patricia, no por algo la mayor de nosotras-aunque se enoje- y la psicóloga de la familia, lo dijo muy bien: "estaba pensando en algo muyyyyy valioso que es que la empresa cierra sus puertas y que igual los domingos nos seguimos sentando todos a la mesa con los mismos encuentros y desencuentros, alegrías y tristezas, chistes, gritos, quejas, discusiones y muchísimo amor!! Eso también, sólo lo sabemos y sentimos nosotros. Ninguna empresa, por más importante que sea se llevó puesta esta familia!! Y nuestra mejor herencia es la dignidad de trabajar, el esfuerzo y nuestros aprendizajes, cursos, cursitos y títulos…”
Esta es parte de la historia, que por lo menos yo recuerdo, de "toda una familia dedicada a la distribución de bebidas” por un tiempo… porque hoy la familia aprendió, que poder decir adiós es crecer…

Galería de fotos

Comentarios