Sincerar la economía

Los subsidios representan un incremento en su ingreso disponible, esencial para incrementar la capacidad de consumo. Las tarifas del gas, de la luz, del agua, en Argentina se encuentran subsidiadas desde el año 2003, pues esto responde a una política basada en el compromiso con el “Modelo de Crecimiento Económico con Inclusión Social”
domingo, 30 de marzo de 2014 09:28
domingo, 30 de marzo de 2014 09:28

Por Raúl Moreno. Contador Público. MBA

Que lindo sería vivir en un lugar donde no hubiera de qué preocuparse, donde los recursos fueran suficientes siempre para abastecer cualquier consumo, entonces no habría que esforzarse para conseguir nada, ni siquiera tratar de mejorar en lo que hacemos. En aquel lugar soñado, no tendríamos que esforzarnos, ni estudiar, ni trabajar.

Pero, en su naturaleza, el hombre siempre busca más, ansía estar mejor, disfrutar de una vida mejor y es allí donde se enfrenta a su peor enemigo: los recursos en este mundo son escasos.

A un precio determinado, la oferta y la demanda de un bien convergen, formando un equilibrio. A un precio menor que el de convergencia, la demanda del bien será mayor a la cantidad que los oferentes estén dispuestos a vender, es allí aparecen los subsidios como una herramienta en poder del gobierno para estimular la demanda de algo. Por definición el subsidio es una ayuda económica que una persona o entidad recibe de un organismo oficial para satisfacer una necesidad determinada. Usted consuma barato que yo pago la cuenta.

 Desde el punto de vista de los consumidores, los subsidios representan un incremento en su ingreso disponible, esencial para incrementar la capacidad de consumo. Las tarifas del gas, de la luz, del agua, en Argentina se encuentran subsidiadas desde el año 2003, pues esto responde a una política basada en el compromiso con el "Modelo de Crecimiento Económico con Inclusión Social”.

El ministro Axel Kicillof reconoce que el precio que pagamos por los servicios que consumimos es aproximadamente un 10% ó un 12% de lo que sale producir esa energía, sin embargo, en su afán por defender "el modelo” no le tiembla la voz para decir "Ha sido tan exitosoeste elemento dinamizador de la economía que hemos tenido un crecimiento formidable”.

Fue así como el gobierno intervino en dos momentos. Primero congelando las tarifas y luego otorgando subsidios para pagar esas tarifas congeladas.Esto repercutió negativamente dos veces, por un lado las empresas debían conformarse por cobrar una tarifa menor y por otro, se acostumbraba a los consumidores en la ilusión de que su salario real no caía, lo que provocó un doble efecto, por un lado, las empresas no están dispuestas a invertir en un mercado donde no pueden cobrar un precio determinado por su productos o servicios. Por otro lado, el consumidor cree que la energía es tan barata que tiende a derrocharla.

En cierta oportunidad me tocó representar a una empresa que desarrollaba una mejora tecnológica para lograr reducir el consumo en la iluminación de los espacios públicos. En San Juan nos costó un gran trabajo conocer la demanda de luz para iluminar la vía pública, en Mendoza, al existir un sistema de "fondo común”, ningún intendente estaba muy interesado en ahorrar porque tenían que pagar siempre lo mismo y no veían el provecho de implementar una mejora tecnológica.

 Mantener esta fantasía era cada vez más caro, en el 2007 sólo el sector energético (60% del total de los subsidios) demandó $8.330 millones y en el 2013, demandó $81.400 millones, en seis años un 877% de incremento. Cuánto tiempo podría el Estado mantener esta situación mediante su discrecional intervención?

 Lo curioso fue que el gobierno no sólo estaba subsidiando luz, gas y agua a la gente pobre, también estaba subsidiando el valor del dólar para los turistas o el precio de los autos de alta gama. Era evidente que alguien que tenía la capacidad para viajar al exterior o comprar un Mercedes Benz no necesitaba una "ayuda” económica del gobierno.

 En octubre de 2010, el ex-ministro Domingo Cavallo escribió en su blog: "éste es un buen momento para que el Gobierno avance en el rebalanceo de los precios relativos y en el restablecimiento de los equilibrios fiscales indispensables para comenzar a reducir la tasa de inflación de manera sostenible en el tiempo.”

Pero nunca, desde entonces hasta hoy, fue posible sincerar la economía, por qué?, porque sincerar la economía conlleva medidas que no son para nada simpáticas y siempre los funcionarios en Argentina están pensando en la próxima elección.

También por eso las medidas adoptadas reciben otro nombre, a nadie se le ocurra hablar de "tarifazo” porque es una palabra desagradable, más bien hablemos del "Programa de reasignación de subsidios y consumo responsable para el gas y el agua” que nos sugiere la poética idea de estar protagonizando una suerte de Robin Hood, le quitamos subsidios a los ricos para darle a los pobres. Pero lo cierto, en definitiva, es que el gobierno no puede seguir pagando la cuenta sin chistar.

Es por ello que personalmente prefiero verlo como la crónica de un final anunciado, ya desde que Argentina perdió sus tres superavits (fiscal, comercial y de balanza de pagos) se especulaba con un ajuste y al fin llegó. Por ello no digo que estas medidas son buenas o malas, sino necesarias.

Ahora discutamos sobre la oportunidad de practicar el ajuste, hubiera sido menos doloroso practicarlo cuando experimentábamos un crecimiento a "tasas chinas” que ahora que estamos en la puerta de una recesión, que los consumidores han perdido todas las expectativas en la economía y que el fantasma de la inflación sigue haciendo de las suyas, seguramente.

 Es también cierto que las empresas contaron con una tarifa inferior, para fomentar la producción y el empleo, incentivar la competitividad y generar reinversiones, pero todo aquello no ocurrió, o por lo menos no ocurrió en buena medida.

 Algún día la realidad llama a nuestra puerta.

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