Declaración

Puiggari sobre las monjas de Nogoyá: "Estoy un poco perplejo por la noticia"

Monseñor Juan Alberto Puiggari, se manifestó "perplejo” por la noticia que reveló que monjas de Nogoyá tenían fustas para autoflagelarse, y expresó: "No me termina de cerrar por qué fue hecho esto así”.
viernes, 26 de agosto de 2016 22:00
viernes, 26 de agosto de 2016 22:00
Increíble pero real. En pleno siglo XXI,una investigación periodística reveló lo que se vivía dentro de un convento católico. Las monjas tenían elementos para autoflagelo.  
 
El hecho, que cobró repercusión internacional, sucedió en el Monasterio de la Preciosísima Sangre y Nuestra Señora de Carmelo, en la ciudad de Nogoyá y tras el escándalo, el arzobispo de Paraná, monseñor Juan Alberto Puiggari, se manifestó "perplejo” por la noticia, y expresó: "No me termina de cerrar por qué fue hecho esto así”.
 
El arzobispado de Paraná reprodujo las declaraciones que, en conversación con Radio Corazón, monseñor Juan Alberto Puiggari, arzobispo de Paraná, pronunció respecto al allanamiento realizado al monasterio de la Preciosísima Sangre y Nuestra Señora del Carmelo, de Nogoyá, originada por una denuncia sobre presuntas torturas las hermanas Carmelitas Descalzas. 

"Estoy un poco perplejo por la noticia. Me enteré esta mañana porque me llamaron las hermanas hoy temprano con la noticia de que habían allanado el convento”, expresó el arzobispo, sorprendido por la manera de actuar de la justicia: "Ante una denuncia de una revista ya se allana un convento como si fueran vendedores de droga. Hay instancias de diálogo que son mucho más fáciles. Podía ir el fiscal a tocar timbre y actuar de una manera más pacífica”, afirmó. 

En la entrevista, monseñor Puiggari aclaró que "la vida de las carmelitas es muy exigente” y que "viven una vida austera y de oración”, y añadió que "si hay que corregir algo, se corregirá”, pero no de manera "sensacionalista”. 

El arzobispo recordó que las Carmelitas dependen de la Santa Sede pero quien las protege es el obispo, y que siguen un reglamento a nivel mundial, aprobado por San Juan Pablo II. 

Finalmente, sostuvo que la rapidez con que actuó la justicia "le llamó la atención”, y que "ojalá fuese así para todos”. 
 

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