Conmovedor

Viajó miles de kilómetros para volver a escuchar el corazón de su hija muerta

Mirá el video que ha emocionado a miles de personas en todo el mundo. Tomó su bicicleta y recorrió los 3200 kilómetros que lo separaban del joven que recibió el corazón de su hija luego de que ella muriera.
domingo, 25 de junio de 2017 00:00
domingo, 25 de junio de 2017 00:00
Bill Conner hace unos meses perdió a su hija Abigail de tan solo 21 años. La familia decidió donar el corazón de la joven a un chico que se encontraba en un momento crítico de su vida.

Su nombres es Jack Lamouth, un chico de 21 años pendiente de una donación de corazón que estaba a punto de terminar con su vida. Ahora, la generosidad de Abigail le ha permitido rehacer su vida; y es que la chica decidió a los 16 años hacerse donante de órganos, algo que en aquel momento comportó alguna discusión con la familia. Lo que nadie esperaba es que la joven muriese ahogada en la piscina de un complejo hotelero. Un duro trance para su familia que no impidió hacer realidad su deseo.

A Bill Connor todavía le quedaba una forma de poder despedirse en paz de su hija. Así que decidió que viajaría hasta donde se encontraba Jack para poder escuchar el latir de su corazón perteneciente a Abigail. El hombre decidió hacer el viaje en bicicleta por lo que recorrió 3.200 kilómetros para encontrarse con Jack.

 
El momento del encuentro entre ambos fue inmortalizado en un video que se ha vuelto viral en todo el planeta, y que a más de uno le ha hecho llorar y emocionarse. Es el encuentro entre la generosidad de un padre que a perdido a su hija y un chico que vive precisamente gracias a la trágica pérdida de ella.

”Abbey está viva dentro de él. Estoy muy feliz por él y su familia y, al mismo tiempo, estoy feliz por reunirme con mi hija”, declaró Connor a la CBS tras en ansiado encuentro. "Se trata de no ser egoísta. De no enterrar partes de nuestro cuerpo que podrían ayudar a vivir a otras personas”, explicó el padre para concienciar sobre la importancia de donar órganos. Un ejemplo de amor incondicional de los que no abundan, y que aporta un halo de esperanza al debate sobre el sentido colectivo y la madurez social.

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