Homenaje

"Mirá al pibe que usa la Diez", la carta de un fanático para Riquelme

El retiro del fútbol de Juan Román Riquelme movilizó a sus seguidores. Uno de ellos explicó lo que significó para él en un texto futbolero.
martes, 27 de enero de 2015 06:38
martes, 27 de enero de 2015 06:38
Juan Román Riquelme se retiró del fútbol e inmediatamente los fanáticos entraron el shock. Es que, para muchos aquellos que disfrutaron de su fútbol por 18 años, sienten que su lugar quedará vacío para siempre.

Así lo sintió también Lucas, un usuario de Internet, quien escribió un texto en Medium, una plataforma para compartir relatos.

Aquí, el relato completo:

"Nadie recuerda de forma clara su infancia temprana. Es una nebulosa de la que, a veces, se desprende una evocación fugaz. Tu perro que salta y le roba un bife a tu abuela. Un cumpleaños en el pelotero. Un viaje en subte con tu vieja. Un pico a una compañerita del jardín. Un golpe en la pera, que te pegaron con la gotita. La primera vez en la cancha. Aunque no veías nada a caballito de tu tío, no te olvidaste que Boca ganó y se fueron todos cantando por las escaleras de una de las populares. Desconocés la razón y el momento en el que empezaste a creer en Dios. O en el que te hiciste bostero. Quizá esos instantes no existieron y ello fue parte tuyo siempre. Desde que naciste. Como tu piel.

Estoy mirando un video de tu debut en noviembre de 1996. No lo recuerdo. Apenas tenía seis años. Unos meses después estuve por segunda vez en un estadio. Fue el 3 a 3 en el Monumental. Internet dice que fuiste titular. "Dibuje, maestro”, te gritó otra tarde mi tío desde la platea de la Bombonera, cuando estabas por patear un tiro libre. "Mirá al pibe que tiene la diez”, completó. Ya no sé si fue mi tercera, mi cuarta o mi décima ocasión en una tribuna. Ya te seguía en la sub 20. Como con Dios o con el azul y amarillo, ignoro el origen puntual del afecto. Para mi memoria, Román estuvo en Boca desde que nací.

Fuiste campeón. Y fuimos campeones, otra vez. Diste saltitos por atrás del arco e hiciste un poema con el colombiano que usaba la remera blanca con una banda roja. Te resbalaste en el penal en el Morumbí y fuiste campeón de América. Traté de levantarme muy temprano antes de ir al colegio; me quedé dormido y me despertó el grito de gol en la radio. El cable de casa no tenía la señal que pasaba el partido. Escuché otro grito. Le ganábamos 2 a 0 a ese equipo de España en apenas unos minutos. De la emoción revoleé una silla de madera, que se partió. Terminé de verlo en lo de un amigo. Entré al aula con la camiseta arriba del delantal blanco. Fuiste campeón del mundo. Fuiste campeón de acá, otra vez. Otra vez penales contra los brasileros de verde. Te agarraste la cadenita y rezaste. En la final, otra vez. Y fuiste campeón de América, otra vez. Lloraste cuando no fuiste campeón del mundo contra los alemanes. Lloré. Lloramos juntos. Erraste el penal, metiste el rebote e hiciste el Topo Gigio. Te fuiste. Lloré.

Ya no te podía ver en la cancha. Fuimos campeones de América. Fuimos campeones del mundo. Eliminamos a los primos. Pero faltabas vos. Te seguí por tele cuando vestías azul y rojo. Te seguí por tele cuando vestías amarillo. Te seguí por tele cuando vestías la celeste y blanca. Te fui a ver al Monumental cuando vestías la celeste y blanca. Casi llegás a la final en Europa. Los alemanes otra vez. Te peleaste con los de amarillo. ¿Y si volvés? Volviste. Como Perón. Lloré. Festejaste como Perón. Metiste un gol olímpico con un pijama. Jugaste infiltrado. Ni la niebla te paró. Como Perón, yo gritaba por el balcón y corría por la casa. Pero sin romper sillas. Y fuiste campeón de América, otra vez. Sí, en Brasil, otra vez. Te fuiste. Lloré.

Volviste. De nuevo. No te dejaron jugar para ser campeón del mundo otra vez. Fuiste campeón otra vez. Fuiste campeón de acá, otra vez. No, no perdí la cuenta. Te peleaste con el Diego. Como si se pelearan papá y mamá. Te elegimos a vos. Pero ojalá se amiguen. Te lesionaste. No te querían. Te quedaste igual. Y fuiste campeón otra vez. Dos veces. Final en Brasil, otra vez. Pero esta vez no fue. Te fuiste. Lloré. Lloré mucho.

Fuiste nuestro grito de guerra. Te pedimos. Lo pedimos a Carlos. Volvió Carlos. Quisiste sufrir con él. Volviste. Sufrimos. Le metiste un tiro libre a los de blanco y rojo y lloré con mis amigos. ¿Te ibas o te quedabas? Te fuiste otra vez. Los odié. Los odio. Te seguí por tele cuando vestías de rojo. Dijiste que eras bostero. Como yo. Lo dijiste una, dos, tres, mil veces. Y te fuiste. ¿Volvés? No. Te fuiste pero para siempre. Lloré. ¿Para siempre? Ojalá que no. Que sea mentira.

Desconocés el momento en el que empezaste a creer en Dios. O en el que te hiciste bostero. O en el que Román debutó en Boca. Creés en Dios, sos bostero y Román estuvo siempre. Todo eso desde que naciste. Hasta podés dejar de creer en Dios, pero seguís siendo bostero y Román sigue estando. Y seguirá estando por siempre".

 

Fuente: La Voz

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